- En Europa se producen casi 17.000 casos de muerte prematura al año por la exposición al ruido. Aislar nuestros edificios contra el ruido contribuye a construir una sociedad más sana
- Implementar mejoras acústicas en espacios interiores puede incrementar los niveles de concentración en un 48%, disminuir los niveles de estrés en un 27% y aumentar la productividad en un 12%
- Los alumnos no entienden un 25% de las palabras de su maestro por una mala acústica en las aulas
- La lana de roca es uno de los materiales que ha demostrado una mayor eficacia para reducir el impacto del ruido y mejorar la salud de las personas
El diseño, la calidad del aire o la luz son algunos de los factores que habitualmente se tienen en cuenta a la hora de elegir una vivienda o una oficina de trabajo, espacios en los que pasaremos gran parte de nuestra vida. Sin embargo, otros aspectos como la calidad acústica no reciben la atención necesaria, a pesar de que existen multitud de evidencias que demuestran su relación directa con la salud humana. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica el ruido ambiental como el segundo riesgo más importante para la salud en Europa Occidental.
ROCKWOOL se compromete con 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. En línea con estos compromisos y concretamente con el ODS número 3, Salud y Bienestar, en 2018 la compañía colaboró con Buildings 2030 en el informe Health Buildings, que detalla el impacto que tiene la mejora de la calidad ambiental en los espacios interiores en la productividad y salud de las personas. Se trata del primer estudio que combina el impacto de los distintos componentes del ambiente interior. Según Pedro Luis Fernández-Cano, Business Unit Director de ROCKWOOL Peninsular, “colaborar con una empresa de consultoría internacional nos permite comprender más exhaustivamente las ventajas de un mejor rendimiento acústico en los edificios. Esto nos ayudará a medir nuestro rendimiento respecto al reto global ODS 3 de Salud y Bienestar”.
La mejor forma de reducir el ruido en los edificios, en el interior de los cuales pasamos el 90% de nuestro tiempo, es mediante un buen aislante. La lana de roca actúa como una barrera contra el ruido, aislando y controlando sus vibraciones reduciendo hasta ocho veces el impacto acústico proveniente del piso de arriba. Esto significa no volver a escuchar el ruido que se genera al desplazar una mesa, el ruido que producen los zapatos al golpear el suelo, o las conversaciones de la sala contigua.
La mejora de la calidad ambiental en los espacios interiores en base a un aislamiento eficiente tiene un impacto directo en el bienestar y la salud. Varios estudios demuestran que aquellas escuelas que cuentan con este tipo de aislamientos incrementan la capacidad de aprendizaje de los alumnos. En el caso de las oficinas aumenta la productividad y reduce los niveles de estrés.
“Implementar mejoras acústicas en espacios interiores puede incrementar los niveles de concentración en un 48%, disminuir los niveles de estrés en un 27% y reducir las tasas de error en un 10%. También incrementa en más de 12% la productividad de los empleados, que a escala europea podría suponer 500 millones de euros anuales”, explica Pedro Luis Fernández-Cano.
En este sentido, según el estudio ‘Sound Business’ de Julian Treasure, las escuelas en las que no se utiliza una solución de absorción acústica, los alumnos pierden la capacidad de entender hasta un 25% de las palabras que dice su maestro o maestra. En las oficinas, un 70% de los empleados cree que su productividad sería mayor si su entorno no fuera tan ruidoso. Además, los altos niveles de ruido se asocian directamente con un mayor riesgo de hipertensión y diabetes. En cuanto a nuestros hogares, se ha reconocido que la exposición al ruido puede causar irritabilidad y la perturbación del sueño impactando en la calidad de vida.
Por otro lado, una reciente encuesta sobre la acústica en hospitales reveló que un 60% de los pacientes tienen quejas respecto a la conciliación del sueño provocado por el ruido. Datos aún más significativos son los casi 17.000 casos de muerte prematura por la exposición al ruido que tienen lugar cada año en Europa, así como el coste anual de la contaminación acústica de casi 40 billones de euros.