El 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, pero los datos demuestran que todavía vivimos en una sociedad que está muy lejos de ser eficiente. Actualmente el 84% de los edificios en España son energéticamente ineficientes, es decir, consumen una mayor cantidad de energía y no aprovechan las ventajas que ofrece la energía renovable. A nivel europeo, son ineficientes entre el 70% y el 90% de los edificios. Así lo indica un estudio realizado por la EuroACE, la alianza de compañías por la eficiencia energética en los edificios, que también apunta que en treinta años seguirán existiendo el 90% de estos edificios. De no tomarse medidas y no mejorar su calificación, la Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda global de energía aumentará un 50% antes de 2050.
En España, los edificios son actualmente responsables del 31% del consumo de la energía. Una realidad que repercute directamente en el bolsillo de los españoles, ya que la eficiencia energética va estrechamente ligada a un ahorro en el consumo: la clasificación A – la más alta - supone gastar hasta 10 veces menos que la G – la más baja-. Actualmente, en España la mayoría de edificios tienen una calificación E, F o G.
El 66% del consumo energético de los edificios se emplea en la calefacción, la refrigeración y la ventilación. Una cifra que se podría reducir con la instalación de un aislamiento eficaz y sostenible, como es la lana de roca, que permite reducir la factura energética entre un 50% y un 90% y protege al edificio ante factores externos, como el moho y la humedad, aumentando su seguridad y confort. Además, también reduce los niveles de ruido y mantiene una temperatura óptima en el interior, mejorando en conjunto la calidad de vida de los ciudadanos.
La mejora del aislamiento de los edificios ineficientes y la construcción de nuevos edificios responsables supondría disponer de un conjunto de edificaciones energéticamente eficientes y además productores de energía limpia y renovable. Según señalaba el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la implementación de buenas prácticas y tecnologías para conseguir urbes más eficientes podría significar la estabilización del consumo energético en edificios, o incluso su descenso en treinta años.
“Necesitamos que nuestras urbes vayan hacía un sistema de red energética basado en energías renovables, como ya están haciendo otros países europeos. Este debe ser el principal foco del sector de la construcción, pero también debe implicar a los ciudadanos. Cada euro invertido en la eficiencia energética puede evitar más de dos euros en el gasto del suministro. Además, la eficiencia energética no solamente permite ahorrar en su consumo, también es la solución para aprender a utilizar solamente la energía necesaria y optimizarla”, asegura Pedro Luis Fernández-Cano, Business Unit Director de ROCKWOOL Peninsular, principal productor de lana de roca mundial.